Los retos virales, imaginación contra el confinamiento


Los retos virales, imaginación contra el confinamiento


El confinamiento por el coronavirus parece invitar mÔs a la socialización a distancia que a la introspección y en ese esfuerzo por compartir y sentir cerca a los demÔs, los retos virales, mÔs o menos ingeniosos, se estÔn haciendo un hueco en la apretada agenda de nuestras pantallas.

La mayorƭa de estas propuestas -retos o 'challenges'- tienen formato de vƭdeos cortos en los que alguien conocido nos desafƭa a imitarle, todo ello en el marco de escenas domƩsticas que tienen el indiscreto atractivo de invitarnos a cotillear por unos instantes en espacios que, o bien sorprenden por su normalidad o desorden, o bien despiertan las envidias mƔs insanas.

La plataforma elegida, Twitter, Instagram, TikTok, Facebook…, es lo de menos; llegan sin buscarlos, los envĆ­a un amigo, aparecen en un grupo o directamente en los informativos de televisión y, aunque no se trata, ni mucho menos, de un fenómeno novedoso, parece evidente que se han convertido en un refuerzo de las consignas para quedarse en casa.

Así, estos últimos días hemos visto dar toques a rollos de papel higiénico a decenas de futbolistas y aficionados, incluso al delantero del Barcelona Leo Messi, o al bicampeón del mundo de motociclismo Álex MÔrquez, que optó por hacerlo vestido de 'minion'.

Otros deportistas de élite se han quitado la gorra para encestar en ella sus calcetines, inspirados por el alero del Real Madrid Rudy FernÔndez, o muestran al mundo sus coordinados entrenamientos en familia, sobre la alfombra del salón, como hace el centrocampista del Vissel Kobe Andrés Iniesta.

Los atletas aficionados -un colectivo particularmente afectado estos dƭas, al igual que nadadores o ciclistas-, tambiƩn tienen sus propios retos, algunos de ellos organizados, vƭa rodillos con capacidad de conectarse a internet o a travƩs de otras plataformas en las que colgar sus hazaƱas corriendo por los pasillos.

Pero, como advierte el atleta y alpinista Kƭlian Jornet -en uno de esos vƭdeos en los que se invita a un reto en particular- "no hay que fliparse", no conviene transformar el domicilio en la jaula de un hƔmster, porque uno siempre corre el riesgo de verse obligado a recurrir a unos servicios sanitarios a los que no conviene molestar.

Retos hay para todos los gustos, algunos tan inalcanzables como el del 27 veces campeón del mundo de trial Toni Bou, que se viste, asea y desayuna con la moto dentro de casa, otros mÔs domésticos, como dar toques a una pelota con el canto o con el mango de una raqueta, practicar contorsionismo con una escoba o hacer la croqueta en el suelo mientras se sostiene un zapato sobre la suela del otro (uno puesto y el otro quitado, conviene aclararlo para evitar luxaciones).

También es posible alejarse del mundo de la competición por las redes sociales y simplemente cantar, disfrazarse o imitar algún baile cinematogrÔfico, compartir fotos de la infancia, dibujar zanahorias en la pantalla del móvil, teñirse el pelo de colores o directamente raparlo.

Uno de los Ćŗltimos retos, en forma de adivinanza, es el que invita a desvelar el nombre de municipios de nuestro entorno que han sido codificados con emojis, a modo de jeroglĆ­ficos.

La curva del aburrimiento sigue en pronunciado ascenso, por lo que es previsible que los retos sigan apareciendo como setas en el vasto mundo de las redes sociales; unos con mÔs trasfondo o buena intención, como el lanzado por el director general de la OMS, Tedros Ghebreyesus, en el que se nos invita a mostrar cómo nos lavamos las manos, otros directamente fuera de concurso -y ya retirados de la circulación-, como la invitación de una 'influencer' norteamericana a lamer retretes.

En el tĆ©rmino medio parece residir la virtud de estos juegos, que mal que pese a los 'haters', seguirĆ”n contribuyendo a incrementar el consumo de datos.   
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            PUBLICADO POR       
Carlos Fernandez
Ingeniero en Sistema / DiseƱador / Publicista / Locutor
Departamento Mercadeo SOGRAFER
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Santiago, RepĆŗblica Dominicana

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